miércoles, 30 de enero de 2013

El Plan de Incentivos al Vehículo Eficiente prorrogado beneficiará a todos, también al medio ambiente.




El Plan de Incentivos al Vehículo Eficiente (PIVE), una vez agotados los recursos establecidos para su implantación (75 millones de euros), ha generado un aumento del consumo privado en 400 millones de euros. Este dato es destacado en un informe realizado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) sobre los impactos que ha tenido el Plan PIVE en los tres meses y medio en que ha estado vigente.
En estos 400 millones de euros se incluyen los gastos típicamente ligados a la adquisición de un vehículo, como lo son la financiación, los seguros o la gestión. Según este informe, el PIVE ha generado una demanda adicional en este periodo de más de 25.400 vehículos, una cifra que supone el 13 % del volumen total del mercado, con una recaudación fiscal adicional de 110 millones de euros.
La recaudación es calculada sobre los impuestos indirectos, cifrados en 81 millones de euros, cantidad que con impuestos directos (11 millones de euros) y ahorro de cotizaciones sociales por mantenimiento o creación de empleo (18 millones) asciende a los mencionados 110 millones.
Otros impactos medidos por el servicio de investigación de Anfac son los referidos a la producción adicional realizada por las factorías españolas, cifrada en 927 millones de euros y el mantenimiento de 4.500 empleos.
El informe introduce los datos con una serie de premisas entre las que figura la afirmación de que los incentivos públicos a la demanda de vehículos deben entenderse como una reducción de la carga fiscal, es decir un menor ingreso, y no como una subvención o apoyo.
La existencia de altas elasticidades precio, especialmente amplificadas por el efecto llamada que le proporciona un programa público bien comunicado, garantiza que la mayor base imponible compensará sobradamente la cuantía del incentivo, aumentando la recaudación, de forma que un plan de incentivos equivale a un programa de descuentos realizados por la Administración Pública.
También recuerdan los analistas de Anfac que el automóvil es el producto más gravado de todos los existentes.
Su compra, tenencia, uso, mantenimiento, reparación, reventa y destrucción configuran múltiples hechos imponibles cuya tributación se reparten todos los niveles de la administración pública sin excepción: europea (IVA), estatal y autonómica (IVA, IEDMT, IH, tasas), y local (IVTM).
Dese el punto de vista ambiental y de seguridad vial, de la sustitución de 75.000 vehículos antiguos por nuevos ha producido una reducción del consumo del 85 %, con 40 millones de litros de carburante por año.
Esta reducción supone, además, una disminución de las emisiones de particular del 96 %, con 89 toneladas/año, de un 83 % de los óxidos de nitrógeno (1.2000 toneladas/año), un 82 % del monóxido de carbono (CO), con 3.200 toneladas/año y un 52 % de dióxido de carbono, con 130.000 tonadas/año.
El achatarramiento adicional producido por el Plan PIVE incluye no sólo las matriculaciones incrementales, que aportan 25.000 achatarramientos, sino también la mayor intensidad de achatarramiento en las 50.000 matriculaciones PIVE restantes respecto de la tendencia natural (coeficiente bajas/matriculaciones).
En una primera aproximación, el aumento de achatarramiento en estas 50.000 operaciones PIVE puede estimarse en torno a los 5.000 vehículos, con lo que el efecto de achatarramiento adicional total provocado por el Plan PIVE ascendería a 30.000 unidades, según Anfac.
Fuente: elpais.com


lunes, 14 de enero de 2013

Escasez de materia prima, ¿crisis ecológica?






La ecología política basa su teoría y praxis en la reflexión y acción en la lucha contra la llamada “crisis ecológica” y en la propuesta de nuevos modelos de producción y consumo compatibles con los límites ecológicos del Planeta y la justicia y ética socio-ambiental. Pero ¿qué llamamos exactamente crisis ecológica? ¿En qué fenómenos concretos se manifiesta y qué relaciones guarda con el sistema socio-económico actual?

La crisis ecológica es principalmente una crisis de escasez: escasez de materias primas, de energía, de tierras y de espacio ambiental para mantener el ritmo de la economía actual, y aún menos extenderlo a todos los países del Sur y dejarlo en herencia a las generaciones futuras. El modo de producción y de consumo impulsado por el Norte no tiene en cuenta los límites físicos del planeta, tal y como lo deja patente la huella ecológica: si todas las personas de este mundo consumieran como la ciudadanía española, necesitaríamos tres planetas. Mientras tanto, la humanidad ya supera en un 50% su capacidad de regenerar los recursos naturales que utilizamos y asimilar los residuos que desechamos (WWF, 2012). Por su parte, el alcance de la dominación humana y de la amplitud de la crisis ambiental que provoca, queda claro por lo menos a través de los seis fenómenos siguientes (Vitousek y sus colaboradores (en Riechmann, 2008)):

1.       Entre la mitad y una tercera parte de la superficie terrestre ha sido ya transformada por la acción humana.
2.      La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado más de un 30% desde el comienzo de la revolución industrial.
3.      La acción humana fija más nitrógeno atmosférico que la combinación de las fuentes terrestres naturales.
4.      La humanidad utiliza más de la mitad de toda el agua dulce accesible en la superficie del planeta.
5.      Aproximadamente una cuarta parte de las especies de aves del planeta ha sido extinguida por la acción humana.
6.      Las dos terceras partes de las principales pesquerías marinas se hallan sobreexplotadas o agotadas.

En este contexto, según Lipietz (2012), incluso podemos hablar hoy de una “segunda” crisis ecológica mundial, después de una primera que sitúa durante la Gran Peste del siglo XIV. Al igual que la Gran Peste, la crisis ecológica actual tiene como origen un conflicto entre la Humanidad y la Naturaleza, a través de la relativa escasez de producción alimentaria y los peligros de su propio sistema energético para la población humana. Además, se transmite por los canales de la globalización económica y golpea civilizaciones muy diferentes aunque lo suficientemente parecidas como para poder producir y padecer efectos semejantes. Sin embargo, según el teórico francés, la crisis ecológica actual se diferencia profundamente de la crisis “exógena” de la Gran Peste (un microbio desconocido y devastador que ataca a sociedades debilitadas por un cambio climático de origen no antropogénico y la baja productividad agrícola) por ser el resultado de la dinámica social e histórica del propio modelo de desarrollo: el propio liberal-productivismo ha generado la tensión actual entre Humanidad y Naturaleza.

Fuente: Ecoticias 2013.