martes, 25 de noviembre de 2014

El reciclaje y la música se fusionan para dar un concierto en Barcelona

La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura ofrecerá un concierto en el Palau de la Música de Barcelona el 28 de diciembre. La orquesta está compuesta por niños de entre 8 y 18 años y se caracteriza por emplear en sus actuaciones instrumentos musicales fabricados con materiales recogidos del vertedero.
En sus conciertos, el grupo suele ofrecer un repertorio muy variado que va desde Beethoven hasta Metallica. La audición contará además con la colaboración del artista invitado Miguel Poveda, que unirá su voz a la orquesta en una de las canciones. El Palau de la Música ya ha puesto las entradas a la venta.
La iniciativa surgió en el barrio de Cateura de la ciudad de Asunción, la capital de Paraguay. El barrio fue construido sobre un vertedero después de un proyecto fallido de reciclaje y la mayoría de sus habitantes trabajan entre la basura. Fue entonces cuando Favio Chávez, fundador y actual director de la Orquesta, decidió combinar los valores de la música y el reciclaje y enseñarlos a los hijos de los trabajadores. Lo que en su día empezara con 10 miembros, ha ido creciendo con el tiempo hasta los 80 menores que hoy componen el grupo.
La orquesta cuenta con lutiers profesionales para la elaboración de sus particulares instrumentos, consiguiendo así un sonido muy parecido al de los convencionales. Los niños, que también participan en el proceso de fabricación, son capaces de tocar instrumentos convencionales a la perfección, ya que, según Chávez, “tienen la misma afinación y la misma posición”.
La visita a Barcelona es la primera parada de la gira que la agrupación musical dará en España, que la llevará a realizar tres conciertos más en Bilbao, Valencia y Madrid. Todo el dinero que se recaude se destinará a los miembros de la orquesta.
fuente: abc.es

viernes, 7 de noviembre de 2014

El reciclaje como vía de transformación económica

Naciones Unidas ha reclamado en los últimos días la toma de medidas para parar los efectos del cambio climático, que solo irán a peor si los Estados no reaccionan a tiempo de manera contundente. La mayor petición ha sido la fijación del año 2100 como límite para eliminar la mayoría de gases contaminantes que hoy se emiten a la atmósfera. La Unión Europea, por ejemplo, ha acordado que para el año 2030 se hayan reducido las emisiones de CO2 en un 40% con respecto al nivel de 1990, año de referencia sobre el que se realizan las estimaciones. En 2013, la disminución se situaba cerca del 20%, que en un principio era lo fijado para 2020.
La reducción de los gases contaminantes y, en general, la preservación del medio ambiente es una tarea que atañe a todos los agentes de la sociedad: políticos, empresarios y ciudadanos tienen la responsabilidad de dejar un planeta más saludable a las generaciones venideras. Y eso empieza desde los gestos más pequeños del día a día. El reciclaje de los envases es el primer paso en esa cadena comunitaria, una acción que no hace tanto era extraña en la mayoría de viviendas de nuestro país, pero que en la actualidad es aceptada y asumida por casi todos. La proliferación de contenedores para la separación de residuos ha sido clave, pero no menos las campañas de información y concienciación que justifican al ciudadano por qué debe separar los envases que utiliza según su material.
Lo andado en esta materia, así como los pasos pendientes por dar en regulación, coordinación y concienciación fueron algunos de los temas abordados en un desayuno organizado por CincoDías en el que esos agentes sociales, políticos, empresarios y consumidores estuvieron presentes en la mesa de debate. En el plano político, la representación estuvo a cargo de María Jesús Serrano, consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, y de Pedro del Cura, alcalde del municipio madrileño de Rivas Vaciamadrid, referencia en gestión medioambiental. Por el lado empresarial acudieron Yolanda Fernández, responsable de medio ambiente y acción social de Alcampo, y en representación de los consumidores, Gustavo Samayoa, presidente de la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI). Además, el debate contó con la presencia de Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes, organización sin ánimo de lucro que trabaja con municipios y empresas de todo el país en la gestión del reciclaje de envases.
Precisamente, Martín lanza los primeros resultados que muestran si en nuestro país nos tomamos en serio el reciclaje: la tasa de reciclado es del 73%, por encima del objetivo del 55% de la Unión Europea, lo que nos coloca entre los líderes del continente en esta materia. Asimismo, el último Eurobarómetro refleja que el 96% de los españoles considera muy importante la preservación del medio ambiente, frente al 94% de media en el resto de Europa: “La sociedad es cada vez más consciente de que puede satisfacer sus necesidades sin comprometer los recursos del futuro”, afirma Martín, quien también apunta la importancia de la concienciación empresarial: “Hay un cambio de racionalidad en la empresa. También deben reportar beneficios a la sociedad y al medio ambiente”.
Trabajo didáctico

Rivas, una ‘smart city’ de referencia global

La tecnología, como en tantos otros aspectos, será parte fundamental en el desarrollo de las ciudades durante las próximas décadas. Tecnología traducida en servicios que favorezcan el bienestar de los ciudadanos y, además, reduzcan al mínimo el impacto sobre el medio ambiente. Lo que ha pasado a denominarse smart city, una ciudad inteligente al servicio de sus habitantes.
La multinacional española Indra, que trabaja en este concepto de tecnología urbana, ha realizado una encuesta que recoge la opinión de más de 2.000 personas de 234 ciudades y 32 países, en la que se cuestiona sobre los aspectos básicos de una ciudad inteligente: tiempo empleado para llegar al trabajo, percepción de seguridad, respuesta ante emergencias, calidad del servicio sanitario, nivel de sostenibilidad, administración electrónica y limpieza.
Y entre ciudades como Medellín, Santiago de Chile o Lisboa se cuela Rivas Vaciamadrid, que, como reconoce el estudio, fue una de las primeras en España en apostar por iniciativas de smart cities. El municipio madrileño supera con holgura la nota media mundial en aspectos como limpieza, con una nota de 7,8 sobre 10, percepción de sostenibilidad (7,1) o percepción de seguridad (7,4).
“Rivas es una ciudad en la que se lleva mucho tiempo trabajando en la sostenibilidad y economía verde”, afirma su alcalde, Pedro del Cura, quien señala la coherencia como una de las claves de ese éxito:“Yo no puedo sentarme con los empresarios de mi ciudad y plantearles adoptar prácticas de sostenibilidad y corresponsabilidad si nosotros no las llevamos a cabo”, explica. “Rivas es una ciudad que tenía 500 habitantes a principios de los años ochenta. Ha crecido junto a los ríos Jarama y Manzanares y con el estigma del vertedero más descontrolado de Europa. Ha crecido muy deprisa, y necesitaba construirse en torno a estas prácticas”.
El regidor municipal, pese a los avances, reclama una mayor implicación de las Administraciones en materia legislativa y de inversión en I+D:“Necesitamos investigar otra forma de tratar la basura”.
Ecoembes trabaja con unas 12.000 compañías en la gestión de sus residuos. Una de ellas es Alcampo. Por todos sus centros pasan 100 millones de clientes, un gran número de personas a las que convencer de lo necesario de reciclar y gestionar los residuos de la forma adecuada. Su responsable de medio ambiente, Yolanda Fernández, resume la importancia de la educación citando a Sócrates: “Todo vicio es el resultado de la ignorancia y la virtud es conocimiento. La educación es fundamental”, asegura, aludiendo a las continuas campañas de cartelería que se llevan a cabo en sus centros: “Explicamos por qué es importante reciclar, por qué es importante comprar un producto ecológico. Le damos esa importancia para que la educación ambiental forme parte de su criterio de decisión al adquirir un producto”. Gustavo Samayoa, por su parte, distingue entre información y educación a la hora de comprobar el grado de concienciación de la ciudadanía: “Hay demasiada información, pero poca formación. Al ciudadano, cuando se le anima a reciclar no se le dice para qué, no se le ha formado para que sepa adónde va ese reciclado. Se va a concienciar cuando sepa que esos residuos van a ir a una transformación”.
En este sentido, la educación desde las edades más tempranas puede resultar fundamental. Rivas Vaciamadrid, municipio localizado en el sureste de Madrid, tiene algunas particularidades que le han convertido una referencia en la gestión de residuos. Por un lado, la convivencia con el mayor vertedero de la región, Valdemingómez, y por otro, el hecho de ser la localidad con la media de edad más joven de España, que no llega a 35 años. Ambos factores ayudan a una mayor concienciación de su población: “Nos hemos dado cuenta de que la clave, más allá de las campañas, tiene que ver con la educación”, destaca su alcalde, Pedro del Cura. “El trabajo didáctico que hacemos con niños y jóvenes se transfiere a las casas. Son ellos los que obligan a sus padres a reciclar; han modificado la forma de reciclar del mundo adulto”.
La Junta de Andalucía fue la primera Administración autonómica en poner en marcha un departamento dedicado exclusivamente a políticas relacionadas con el medio ambiente. Su consejera en este ámbito, María Jesús Serrano, ahonda en la vía de la educación, subrayando que “no solo se tiene que informar y concienciar, también enseñar, y el ciudadano necesita que le facilites las herramientas de reciclado”. Óscar Martín de Ecoembes aporta valiosos datos en torno a este debate. En los últimos 15 años, la organización ha realizado 3.300 campañas de reciclado. 750.000 niños reciben información cada año y en la actualidad están instalados 570.000 contenedores en la vía pública. “Cuando empezamos, apenas el 20% de los ciudadanos afirmaba separar sus residuos. Hoy llegamos al 83%”, aunque también señala aspectos a mejorar, como en “plantearnos la educación de medio ambiente dentro de la estructura de las políticas educativas del país”.
Pero más allá del componente social y medioambiental intrínseco en el reciclaje, la gestión de residuos incluye también un lado económico derivado del aprovechamiento de estos. “Hay que dejar de hablar de residuos y empezar a hablar de materias primas secundarias, de subproductos... Tenemos que crear toda una tecnología que ponga en marcha industrias que sean capaces de transformar lo que hoy es un residuo en una materia prima secundaria, con todo el impacto que tiene”, enfatiza la representante de Alcampo, quien pide “el apoyo de las Administraciones y de todos los sectores para que esto sea fácil y vaya a una velocidad de crucero”.
Óscar Martín alaba las medidas llevadas a cabo por las empresas, “por ejemplo, en el empaquetado. En total, se han puesto en marcha más de 34.500 medidas en el ámbito de los residuos. Gracias a ellas se han ahorrado 450.000 toneladas de materias primas”. Ahí entra el concepto, según Martín, de responsabilidad del productor, clave para consolidar la idea de economía circular, que redunde “en el aprovechamiento de los productos y que genere beneficios para el medio ambiente y para el bienestar social”. Por ejemplo, con la incidencia en el empleo.
La importancia de la política
La consejera andaluza de Medio Ambiente resalta el hecho de que “23.000 personas estén empleadas en gestión de residuos y economía verde” en la región. Para ello, también resulta clave la legislación y la colaboración entre Administraciones. Yolanda Fernández muestra su preocupación por “las dificultades para dar respuestas a las exigencias de todas las Administraciones. Pedimos más organización, no puede haber respuestas diferentes para las mismas cuestiones”.
Gustavo Samayoa añade que “cada vez que llega un partido se cambian las leyes medioambientales”, y se muestra partidario de “una gestión integral del medio ambiente”.
El alcalde de Rivas, Pedro del Cura, desvela que “no está habiendo una colaboración con quien tiene que ver la viabilidad real de hacer más sostenibles las ciudades”, las Administraciones autonómicas y estatales: “La mayoría de ciudades nos buscamos la vida. El medio ambiente no puede depender de una voluntad ideológica”.
fuente: CincoDias

lunes, 3 de noviembre de 2014

Naciones Unidas advierte: "La basura electrónica es una bomba de relojería"

Millones de móviles, cámaras digitales, ordenadores, tabletas y demás artilugios electrónicos acaban cada año en la basura común, lo que supone un enorme peligro para la salud y el medio ambiente, advierte Naciones Unidas.
Y el problema va a más: si en el año 2000 se produjeron alrededor de 10 millones de toneladas de desechos electrónicos, ahora son unos 50 millones, equivalente a ocho veces el peso de la gran pirámide egipcia de Guiza.
Esa cifra significa que cada habitante del planeta genera una media de siete kilos de basura tecnológica y los cálculos prevén que en los próximos tres años esos residuos aumenten en un tercio, según datos de Naciones Unidas.
La basura per cápita producida varía según la riqueza y consciencia ambiental de cada país, y va desde los 63 kilos que genera un catarí, pasando por los casi 30 de un estadounidense, los 23 de un alemán, los 18 de una español, los 9 de un mexicano, los 7 de un brasileño o los 620 gramos de un maliense. Muchos aparatos electrónicos, que tienen una vida cada vez más corta, están cargados de metales pesados muy dañinos para la salud.
Materiales como el plomo, el mercurio, el cadmio o el zinc pueden ser una fuente contaminante a largo plazo si no se los recicla de forma adecuada. Algo que sólo se hace con una mínima parte de toda esa basura, según denuncian desde Naciones Unidas y grupos de protección del medioambiente.
La Oficina de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), con sede en Viena, calcula que en 2016 los países en desarrollo producirán ya más basura electrónica que los industrializados. Un desafío añadido porque esas naciones cuentan con menos medios para abordar el problema.
Para dar una respuesta a esta situación, la ONU ha lanzado la Iniciativa StEP, con el objetivo de promover la reutilización y aumentar el ciclo vital de los productos electrónicos. Ruediger Kuehr, secretario ejecutivo de StEP, reconoce que aunque éste es un problema medioambiental subestimado, al menos comienza a figurar en la agenda política internacional.
"Estamos muy al inicio, por el momento no podemos decir que estemos en el buen camino, pero al menos está abriéndose paso en la agenda política", explica el experto alemán en Viena. "Quienes toman decisiones políticas, como los Gobiernos, son conscientes de que esto es una bomba de relojería y de que se deben tomar decisiones", asegura.
El problema afecta a todos los países, porque en el mundo rico tampoco se recicla lo suficiente, falta concienciación sobre el problema y se tiene una visión equivocada de los peligros. "Los consumidores (en los países industrializados) no son del todo conscientes del desafío que supone la basura electrónica", ya que consideran que es un problema lejano, que afecta a quienes desmantelan los equipos de forma rudimentaria en África o Asia.

El reciclaje, sólo una parte del problema

Y aunque ese tipo de reciclaje en precarias condiciones es muy peligroso, sólo es una parte del problema. La cuestión de fondo es que "sólo una pequeña parte del material electrónico se recicla en países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos", recuerda Kuehr.
Si en el mundo desarrollado la falta de reciclaje electrónico se debe a la escasa concienciación, en los países en desarrollo es por simple ausencia de infraestructuras para ello.
Kuehr afirma que algunas empresas tecnológicas han comenzado a tomar "cierta responsabilidad sobre la basura electrónica generada" mediante distintos programas, pero carga sus críticas en el consumidor que demanda tecnología al menor coste posible.
"Hay que criticar al consumidor, que sólo quiere la última tecnología por muy poco dinero. Y eso se traduce en que es muy difícil de reparar o es de muy baja calidad, lo que reduce la vida de estos productos", subraya.
"Si levantaran la voz y dijeran que quieren equipos baratos pero también que se puedan reparar y renovar para que sirvan mejor en el futuro, porque son conscientes de las implicaciones ambientales, entonces las compañías responderían", asegura.
Por eso, Kuehr aboga por campañas públicas y educativas para concienciar sobre este problema y sobre su impacto en el medio ambiente, y aclara que si no se da respuestas a esta situación "será difícil crear innovaciones tecnológicas sostenibles" en el futuro.

En busca de un modelo sostenible

Para este experto, el objetivo a largo plazo es "cerrar el ciclo y llegar a un modelo sostenible", en el que las empresas puedan crear nuevos equipos utilizando materiales de los antiguos.
Además, los viejos equipos encierran componentes de gran valor, como oro, plata y platino, utilizados por su estabilidad y capacidad conductora en ordenadores y portátiles.
Otro problema es la exportación ilegal de basura tecnológica desde los países ricos, especialmente de EE. UU. y Europa, a los pobres, donde esos residuos pone en riesgo la vida de los trabajadores que desguazan los equipos sin la debida protección.
Según estimaciones de la Agencia Europea de Medio Ambiente, al menos 250.000 toneladas de desechos electrónicos salen cada año de la Unión Europea de forma ilegal como bienes de segunda mano, cuando en realidad son productos inutilizables.

fuente:http://ecodiario.eleconomista.es/tecnologia/noticias/6210766/11/14/Naciones-Unidas-advierte-La-basura-electronica-es-una-bomba-de-relojeria.html#.Kku8HBTSKjKAyoO