Frente al proceso de reciclaje, en el que habitualmente los materiales se descomponen para obtener materias primas con las que hacer nuevos productos, el “supraciclaje” los rehace o transforma, dando lugar a objetos de calidad igual o superior al original.
El concepto “supraciclaje” (upcycling) fue el gran 
protagonista durante la reciente celebración de los premios “Generation 
Awake Young Designers Contest”, organizados por la Comisión Europea y 
dirigidos a jóvenes creadores. Una de las candidaturas ganadoras fue la 
presentada por Gian Marco Vitti, del Laboratorio LINFA
 (Italia), donde, junto con su equipo de colaboradores, ha diseñado una 
colección de muebles hechos íntegramente con madera recuperada.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre ambos procesos? Básicamente radica
 en el proceso y el resultado final. En el reciclaje, se toman 
materiales usados y se descomponen para que sus materiales básicos se 
puedan reprocesar y dar lugar a un nuevo producto de consumo, por lo 
general de calidad inferior o menor valor. En cambio, el supraciclaje no
 consiste en descomponer los materiales, sino en rehacerlos o transformarlos. Por norma, el artículo supraciclado tiene una calidad equivalente o superior a la del original.
Al término de la ceremonia de entrega de premios, celebrada en 
Bruselas, Vitti destacó que sus muebles son supraciclados, y no 
reciclados: “El supraciclaje es un proceso de mayor complejidad.
 Recogemos madera usada del vertedero y la transformamos. No diseñamos 
para la producción en masa. Elaboramos y producimos series pequeñas o 
incluso piezas únicas, o bien personalizamos productos conforme a lo 
indicado por cada cliente”.
El equipo del Laboratorio LINFA recoge palés, muebles viejos y 
diversos artilugios de la calle, u otros objetos de madera destinados a 
un vertedero, y los aprovecha para fabricar mesas, asientos, sillas, 
estanterías, etc., para su uso en espacios públicos o particulares.
El concurso
Los candidatos del concurso “Generation Awake Young Designers 
Contest”, de edades comprendidas entre los dieciocho y los cuarenta 
años, debían «supraciclar» productos nuevos a partir de desperdicios, por ejemplo, prendas de vestir, juguetes, objetos artísticos, joyas o muebles.
Así, otras candidaturas galardonadas fueron una casa de juguete hecha
 con cartón y botellas de plástico (a cargo de Nikolai Kovachev, de 
Bulgaria); un juguete diseñado con tapones de rosca multicolor de 
plástico (de Mathieu Collos y Cyril Rheims, de Francia); y una silla 
«supraciclada» plegable en un maletín.
Volviendo al caso del Laboratorio LINFA, Gian Marco Vitti abundó en 
el proceso de diseño que siguen: “La característica principal es que 
nuestra colección está codiseñada en el transcurso de talleres de diseño
 participativo celebrados por Italia. Son una especie de campamentos de 
ecodiseño en los que el equipo de LINFA convive y colabora con jóvenes 
diseñadores. Diseñamos y creamos algo nuevo usando exclusivamente 
material recuperado”.
Con respecto a la “economía circular”, término 
recurrente durante la Semana Verde 2014, cuando se concedieron los 
mencionados premios, Vitti indicó: “Trabajamos para dar con un método 
que permita crear una economía circular, pero lo cierto es que las 
dificultades son excesivas en Italia. Somos un equipo pequeño y poco 
representativo. No estamos creando un verdadero mercado ni una verdadera
 economía, sino que diseñamos unos cuantos prototipos de mobiliario. 
Nuestra ilusión es trabajar algún día para atender una compra pública 
ecológica. Pero en la actualidad esa ilusión dista mucho de la 
práctica”.
Diseño para el mundo cotidiano
Respecto al destino del mobiliario supraciclado, Vitti añadió: “Nos 
esforzamos mucho para conseguir algo sostenible. Deseamos que nuestro 
trabajo se ajuste a las necesidades públicas y producir objetos destinados a espacios públicos,
 no a un colectivo reducido de particulares que cuenta con mucho dinero 
que gastar en piezas de arte únicas. Esa clase de diseño es para una 
galería de arte, no para el mundo cotidiano”.
“Necesitamos el apoyo de las instituciones para hacer nuestros 
proyectos a gran escala. Somos demasiado pequeños para resolver todos 
los problemas que se plantean. Tiene que haber una colaboración que 
abarque desde la institución hasta el usuario final, pero indudablemente
 hay por delante un largo camino por andar”, concluyó.
fuente: http://www.residuosprofesional.com/
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