viernes, 11 de mayo de 2012

El reciclaje comienza por la concienciación




En el colegio público “14 de Septiembre” no hay un solo papel, plástico o cáscara de fruta en el suelo. Al parecer, los estudiantes del turno matutino hacen caso a los rótulos que se repiten en todos los rincones de este centro: “Deposite la basura en su lugar”. Lo que aún no atienden es la orientación de clasificarla en cuatro depósitos colocados por la Alcaldía de Managua.
Donde dice “vidrio”, hay plástico; donde dice “plástico y lata”, hay cáscaras; donde dice “cáscaras”, hay papel y donde dice “papel”, hay de todo.
“Es una campaña permanente, ¡usted no se imagina…!”, expresó la subdirectora de la Secundaria de dicho colegio público, Belfia Gutiérrez, respecto al trabajo que hacen con los alumnos para que aprendan a no tirar basura donde no deben.
“Algunos se interesan, no todos. Hay unos niños que por no estudiar, por no estar en el aula, sobre todo en la clase de Matemáticas, se vienen a ofrecer para limpiar los patios”, cuenta.
Pero afuera, donde no hay rótulos a cada paso prohibiendo botar basura, ni clases de las cuales escapar, es otra realidad. Estudiantes de Primaria y de Secundaria; hombres y mujeres, profesionales o no, tiran basura en las calles.
“Es un asunto que tiene que ver con la falta total de dos cosas: educación e instrucción”, consideró Kamilo Lara, Presidente del Foro Nacional de Reciclaje, sobre dicho mal hábito, pues a su juicio, no basta con prohibir botar basura en las calles, sino que se debe instruir al ciudadano sobre las consecuencias y los beneficios de recolectar y clasificar los desechos.
Lara sostuvo que se puede saturar a la población con campañas prohibitivas, pero que a veces, el ser humano “involuciona” ante ese tipo de mensajes.
“Tanto es así, que vos le decís a la gente ‘prohibido tirar basura porque así lo dice la ley’, y te dicen: ‘Las leyes se hicieron para violarlas’”, comentó.
“La estrategia que hemos utilizado en términos educativos no ha sido la correcta”, aseguró el ambientalista, tras señalar que a los ciudadanos se les ha enseñado que el personal de servicio o brigadas ecológicas son los que recogen la basura que ellos botan. 


Educación es esencial

El sociólogo Cirilo Otero, por su parte, cree que la clave para sensibilizar a la población en general, respecto a no tirar basura en las calles, está en tres aspectos fundamentales: educación formal e informal, estrategia de parte de las autoridades, y conciencia sobre los beneficios económicos que significa recolectar y clasificar los desechos.
Sobre el primer aspecto, resaltó que no solo se debe orientar en las escuelas, sino también en el hogar, que es donde comienza la educación. También se debe tomar en cuenta las empresas.  
“Debe haber educación e información (porque) la gente no mide, por falta de conocimiento, el efecto negativo que tiene la basura.
Necesitamos un proceso complejo de capacitación y de conocimiento sobre los efectos negativos que tiene la basura, que no solo es desagradable, sino que es peligrosa, porque es una fuente de desarrollo de vectores de distintas enfermedades”, señaló Otero.
En este sentido, Kamilo Lara refirió que “la escuela no es la camisa de fuerza para la educación”, pues cree que aunque al niño adquiera en el colegio la conciencia de no tirar basura en las calles, ello no servirá de nada si en su hogar no hay ese tipo de valores.
“Yo me atrevo a decir que la niñez de hoy en día, y parte de la juventud, tienen un nivel de educación e instrucción en términos ambientales mayor que la que tenemos la generación adulta, pero aquí está lo curioso: cuando ese niño, ese adolescente, llega a la casa queriendo transformar la conducta que hay en el hogar, se crea un conflicto, porque los padres no aceptan que los hijos les tengan que decir cómo hacer las cosas”, dijo. 

Reciclar la mente

“Hay un divorcio entre la escuela, la comunidad y el hogar (…) la educación sobre el problema de la basura debe ser transversal: en el hogar, en la comunidad y en la escuela.  Hay que reciclar la mente”, puntualizó Lara.
La profesora Belfia Gutiérrez coincidió con Lara, pues aseguró que en las clases dominicales del Colegio “14 de Septiembre”, las cuales son dirigidas a adultos, se tira mucha más basura que en los turnos donde estudian los niños y adolescentes.
“Hay un receso a las 10, a las 11 yo paso por las aulas y les digo: ‘¡Qué horror, mire profesor, usted me le va a bajar 10 puntos a todos, si es una ‘Churequita’ lo que tienen aquí!’”, reseñó.
Además, Gutiérrez dijo que los estudiantes no cooperan con los vigilantes que recolectan botellas de plástico para venderlas, mientras que los niños y adolescentes sí lo hacen, llevándoles las de los refrescos que consumen.
En cuanto a la estrategia de las autoridades, Otero criticó que las instituciones, especialmente las alcaldías, no cuentan con planes para la recolección y la clasificación de la basura, al punto que “ni siquiera saben cuánta basura se produce en sus municipios”.
“(…) y cuando quieren atender el problema creen que es un asunto de recolección solamente, y no es solo eso, es de aplicar la ley, de poner multas, de comunicar a la gente dónde depositar la basura, de comunicar exactamente cuándo van a recoger la basura, etc.”, apuntó.
“El recolector y el emisor de basura son como dos personajes totalmente distintos o divorciados, no saben qué hacer con ese flagelo llamado basura”, agregó Otero.
Finalmente, el sociólogo insistió en que “la basura significa dinero”, y por ello sugirió que “debe haber una comunicación con el emisor; el emisor debe seleccionar la basura, debe estar seleccionada en orgánica e inorgánica, pero eso debe hacerse desde la casa, desde donde se origina la basura”.
En tanto, Lara insistió en que la aplicación de las sanciones y de las multas establecidas para quienes botan basura en la calle y en botaderos clandestinos, puede ser otro método para terminar con el problema.
“Si aquí no se trabaja paralelamente a la parte educativa la aplicación de sanciones y multas a todas las personas, indistintamente de su posición política, económica y social, difícilmente va a ser solo por el puro amor al medio ambiente o por las campañas”, aseguró.
“En Estados Unidos no te creás que la gente lo hace (el no tirar basura) por conciencia ambiental. La gente lo hace por temor de ser multada, si botás una chiva de cigarro y sos visto por una autoridad, son 500 dólares (de multa)”,  comentó.
Fuente: elnuevodiario.com